El Trabajo Social, desde sus orígenes, plantea acciones para modificar una situación que, en función de diversos criterios, se juzga como indeseable. Su crecimiento y legitimación han estado basados fundamentalmente en la respuesta a situaciones de necesidad que han ido emergiendo a la luz de la evolución en los modelos de organización social.
Actualmente vivimos en una sociedad que, progresivamente, va generando una mayor desigualdad entre aquellos/as que disponen de recursos económicos y aquellos/as que han sido despojados de los mismos. Esta desigualdad, a su vez, genera divisiones en otras esferas. En el ámbito comunitario, crecen los sentimientos de incomprensión y desconfianza entre experiencias vitales muy diferentes, convirtiendo la cohesión social en un reto difícil de alcanzar.
Hacer una revisión de la historia de nuestra profesión parece más urgente que nunca. En primer lugar, porque no es necesario inventarlo todo de nuevo. En segundo lugar, para evitar que la dimensión comunitaria sea instrumentalizada en función de modas ajenas a su sentido y orientación.
Para lograrlo, en este artículo desarrollaremos una aproximación teórica al Trabajo Social en general y, de forma específica, al Trabajo Social comunitario: a) descubriendo los hechos sociohistóricos más relevantes con incidencia en su desarrollo; b) atendiendo a la evolución de los supuestos y creencias en los que se inspiró; y c) reflexionando sobre su implementación en el Estado español.