El Trabajo Social se fundamenta en principios y objetivos que primero fueron religiosos y posteriormente reformistas y revolucionarios. Actualmente, siguiendo las aportaciones de Dubet, se calificarían de sagrados: la igualdad, la libertad, la fraternidad, la justicia, etc. Estos principios y objetivos, poderosos, conforman un todo que se puede denominar “el absoluto del Trabajo Social”. El Trabajo Social desea fervientemente conseguir un objetivo primordial, estructurante y hasta emocionante: acabar con las injusticias, las desigualdades, las violencias, las soledades, las infelicidades, etc. Se trataría, como escribía el poeta Arthur Rimbaud, de cambiar el mundo y cambiar la vida. Puestos a tener un objetivo, es comprensible que toda profesión quiera tener un objetivo ambicioso y elevado.
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