Cuerpos de pensamiento, texto que trata de reflexionar sobre el pensar y actuar, pero de una forma viva y consciente desde el Trabajo Social; la necesidad de reconocimiento mutuo en el que participemos profesión y ciudadanía, lo que no es posible sin un encuentro entre teorías que guían nuestra praxis cotidiana y el saber popular.
Un texto que concede importancia a las formas de hablar y pensar y que trata de evidenciar que, si nos distanciamos del pensamiento del común, si despreciamos el saber popular, si no logramos dialogar y confrontar nuestras “creencias” y lógicas disciplinares y profesionales con las de la ciudadanía, nuestro idioma se convertirá en herramienta de dominación.
Como conclusión para tener en cuenta: nuestras colaboraciones son únicas e irrepetibles porque se construyen con las personas en tiempo real, historias cotidianas inmersas en la historia. Que no hay dos veces de un “lo mismo” en curso entre las que discernir. Al elegir un modelo, hemos de ser conscientes de que nos imponemos e imponemos una hegemonía ideológica, una forma de nombrar que, a veces, no es del todo comprensible, inventamos un idioma que puede estar ocultando un ejercicio de poder y marcando una distancia excesiva entre profesionales y ciudadanía.
Tal vez, solo nos quede respetar la palabra ajena; suponerle sujeto es hacerle persona, lo contrario, tomar personas y culturas como cosas, cuerpos sin pensamiento.
Que el idioma es el cuerpo del pensamiento. Un idioma construido en un aparte es sólo un fantasma.