Con este artículo pretendemos presentar nuestra experiencia desde el trabajo social en referencia a dos innovaciones en nuestro ámbito, dado que se inician a partir de una hoja en blanco, sin haber experiencias previas ni aquí ni en otros países. Por un lado, el papel del trabajo social dentro de una empresa funeraria desarrollando un proyecto con el cual nace un servicio llamado Espacio de Apoyo. Del otro, el proyecto en sí, es decir, trabajar en la comunidad, de forma abierta, sobre el proceso final de vida de las personas, sobre la muerte y sobre el duelo que acompaña la pérdida de un ser querido. Esta apertura comunitaria es el aspecto innovador, dado que no se trata del abordaje que se hace desde un servicio sanitario o residencial, sino que hablamos de trabajar comunitariamente, a pie de calle, con todos los vecinos y vecinas de un territorio. Se pretende recuperar la red de las personas con su comunidad que, ante una situación de pérdida, muy a menudo resulta o se agrava un aislamiento social. Se ofrecen herramientas de reflexión y de preparación ante la propia muerte o de quien lo acompaña. Se busca recuperar, en definitiva, un espacio de despedida a la vida y el duelo, actualmente perdido o no reconocido. También hay otro público, el profesional del mundo sanitario, social o educativo, a quien se dirigen diferentes acciones orientadas también a apoyar en todo lo referente al proceso final de la vida, campo en el cual trabajan, conviven o se encuentran (en el caso del ámbito educativo) desde su lado más humano, mediante formación, orientación, espacios de reflexión o de acompañamiento. Proponemos reflexiones en torno a la ubicación del trabajo social dentro de la comunidad en los temas que nos ocupan, al tiempo que sugerimos la promoción en nuestra disciplina, en la que el papel del trabajo social sea un eje clave para recuperar la dimensión social de la muerte, tal como dejamos patente en este artículo.