Recientemente se ha celebrado el 25 aniversario de la Convención sobre los derechos de los niños que promulgó la Organización de las Naciones Unidas, un convenio internacional de carácter vinculante para los estados que lo hayan ratificado (España lo ratificó el 30 de noviembre de 1990). La aprobación de la Convención supuso el verdadero reconocimiento de los niños y los adolescentes como sujetos activos y participativos, con necesidades y derechos que se les deben garantizar y no solo como objetos de protección.
Comenzábamos la editorial del número anterior, el primero de los dos dedicados a la infancia y la adolescencia, diciendo que el trabajo social históricamente se ha situado junto a los niños y los adolescentes. En este segundo monográfico se constata este hecho, y los artículos presentan diferentes aproximaciones a este ámbito de intervención.
Ante la inesperada y agradable petición de redactar la primera edi- torial invitada en esta nueva etapa de la RTS, justo habiendo terminado mi tarea como directora, tuve claro lo que quería compartir con todos los lectores: que es muy importante que las trabajadoras y los trabajadores sociales escriban. Escribir cuesta, nos cuesta. Nos supone esfuerzo y de- dicación. Es un reto. Hay que sacarse de encima el miedo a no tener nada que decir o a pensar que no nos sabremos explicar lo su cientemente bien, y hay que rehuir la clásica excusa de la falta de tiempo.
Con este número nos presentamos como nuevo equipo de redacción de la RTS. Recogemos el testigo de los equipos anteriores con responsabi- lidad, pero también con estima, i queremos mantener esta doble vertiente a lo largo de los próximos números.